Fue hace unos años, ya no recuerdo cuantos, tampoco muchos. Cuando Aurora Portillo que, a parte de ser una mujer encantadora, eficiente, guapa... vamos, perfectamente imperfecta, encima es talentosa ilustradora, me invitó a que realizara una minipresentación de lo que por aquel entonces era mi proyecto de cabecera: www.edicionestrashumantes.es (hoy congelada del todo como todo).
El formato de la presentación lo ponía una propuesta mundialmente conocida, aunque yo ni plin hasta entonces para que voy a engañaros, PECHA KUCHA. 20 diapos a 20 segundos cada una para contar tu historia. Todo un reto.
Y para BCN que fuimos. Día del Emprendedor (jaja, mejor día del perdedor, no por nada, por gusto, abonado a la derrota, del betismanquepierda y aunque ni siquiera sea del betis) pedazo de carpa, birras gratis, mucha gente, escenario enorme, monitores, micro inhalambrico, un sonido que flipas, y una pantalla de plasma en el suelo para que no te tengas que romper el cuello al girarte para ver por dónde vas. Vamos, lo que se dice muu pro. Y uno que venía de lanzar poemas y proclamas a capela, sobre taburetes, a veces incluso dentro de bares... pues bebió para motivarse y subió a darlo todo. Ese día nació un speaker. Algo que con los años me ha traído un puñado de experiencias extrañas en eventos decentes-aparentes y contentado mi bolsillo la más de las veces.
Lanzo un beso y a ver quien lo recoge. Y si no lo recoge nadie y te lo encuentras pues me lo devuelves que no era para ti lector. La melancolía que me pone un poco ñoño.
El formato de la presentación lo ponía una propuesta mundialmente conocida, aunque yo ni plin hasta entonces para que voy a engañaros, PECHA KUCHA. 20 diapos a 20 segundos cada una para contar tu historia. Todo un reto.
Y para BCN que fuimos. Día del Emprendedor (jaja, mejor día del perdedor, no por nada, por gusto, abonado a la derrota, del betismanquepierda y aunque ni siquiera sea del betis) pedazo de carpa, birras gratis, mucha gente, escenario enorme, monitores, micro inhalambrico, un sonido que flipas, y una pantalla de plasma en el suelo para que no te tengas que romper el cuello al girarte para ver por dónde vas. Vamos, lo que se dice muu pro. Y uno que venía de lanzar poemas y proclamas a capela, sobre taburetes, a veces incluso dentro de bares... pues bebió para motivarse y subió a darlo todo. Ese día nació un speaker. Algo que con los años me ha traído un puñado de experiencias extrañas en eventos decentes-aparentes y contentado mi bolsillo la más de las veces.
Lanzo un beso y a ver quien lo recoge. Y si no lo recoge nadie y te lo encuentras pues me lo devuelves que no era para ti lector. La melancolía que me pone un poco ñoño.
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