miércoles, 12 de diciembre de 2012

VINTAGE III: POEMAS COMO GRÚAS

Fue en el primer Festival de Perfopoesía (ese término) de Sevilla. Los organizadores nos pidieron a tres poetas: dos estupendos Peru Saizprez y Gonzalo Escarpa, yo pío pío, que abriésemos el festival participando en una cabalagata. Nos subimos en unas grúas y nos pasearon por el centro de Sevilla de esa guisa, megáfonos en la mano.

Al enterarnos del contexto, los poetas acordamos generar un poema a tres voces sobre lo contrario a la elevación del eter poético por encima de los respetables seres humanos mortales, contantes y sonantes, mejor dicho porque eran consumidores de las tiendas de las calles peatonales del centro.

El poema escrito por G. Escarpa se titulaba Tócame y hablaba del poeta descendido de los altares. Además diseñé unas pancartas de hombre anuncio que decían tócame y que generaban una situación divertida ante la imposibilidad de realizarse dicho imperativo al estar subidos a considerable altura.
Mucha altura la verdad, y momentos de tensión, ya que las potentes grúas atronaban el aire y fue un gustazo, ya no generar un acto de visibilización de lo poético, siquiera de ofrecer un espacio de confrontación, sino la decidida ocupación de un espacio mercantilizado y borreguil con todo el poder de la maquinaria industrial. Quiero decir que con estas grúas, no importarían que las manifestaciones fueran de cinco o seis.

Fue un gustazo poder ascender hasta lo alto del Corte Inglés (esa mole de hormigón) y asomarme a la única ventana que tiene, el restaurante y declamar a sus clientes, camareros y empleados que plácidamente comían un poema sobre vomitivos sentimientos de repulsa al sistema capitalista. Ultramegapanfletario, eso sí: Pena capital para el capital, se titulaba.

Fueron unas cuantas horas de molestar y joder a los consumidores, esa raza elevada de ciudadanos, y de lanzar un discurso en contra de la espectacularización del discurso poético que paradójicamente encarnábamos subidos en esas grúas. Una lucha agotadora y una vivencia imborrable.

Ahí el tiempo, como diría Gil de Biedma,  ya todo se comprende. Y paro que es a lo que te lleva la melancolía a quedarte como gilipollas y citar los versos de un dandy de izquierdas. Flipa.

Para más info:
tócame

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