A
Ricardo Moreno Mira, por anunciarme
que
Carrefour es el anticristo y darme el tono.
1.
La
poesía(1) son lxs hijxs andróginxs y hermafroditxs
de
la bolsa endogámica de caracoles poetas.
La
poesía es ese polvo que no echan, andróginxs y hermafroditxs
caracoles salpicándolo
todo de babas y sangre,
de
pústulas, de pus saltando como gotas de pus por los aires
de
los institutos cervantes
a
las casass
poetas dentro de su bolsa endogámica, donde por echar
sólo
echan baba ignota menos visible que el Bosón de Higgs:
polvitos
mágicos que estallan dentro
de
gigantescos aceleradores-cerebros que rebosan
de
las probetas su gelatina grisácea
que
quiebran con su gelatina grisácea
las
rígidas lápidas de polvo apelmazado por cientos de años
con
los nombres marmóreos de lxs intelectuales y su saber
de
polvo que en polvo se convierte mas polvo enamorado
de
si mismos.
Y
lxs poetas somos, como digo, estos caracolxs babosxs
sus
fetos no natos, sus muertos en vida, en definitiva
sus
zombis.
Y
como caracoles zombies que somos
paseamos
nuestra carne andrajosa
de
recital
en
recital
de américa
infectando
a la nada en nombre de los nadie.
Y
aun hambriento el corazón, dilatado el estómago, salivando la boca
nos
vamos a cenar todas juntas después
del recital de turno.
Como
buenos caracoles zombies, entre risas y copas
lentamente,
con sigilo de entrañas gelatinosas
nos
devoramos los brazos, pacientemente nos abrimos el torax
a
bocados y nos lamemos la
sangre ennegrecida
pegada
en las costillas, masticamos nuestras lenguas rancias
al
recitar nuestros versos podridos, exprimiéndole el entendimiento
al
caracol zombi que se sienta al lado.
Nos
descalabramos los cráneos lazándonos
nuestros
propios corazones duros como piedras
en
ese ritual de la lapidación verbal denominada
fraternidad.
Y
después seguimos, voz en grito.
Declamamos
sin dientes, declamamos cosidas las bocas,
desgarrando
las costuras de los labios, sangrando
baba
verde de caracol zombie, dejando un enorme reguero
de
baba verde de caracol zombie, de gran caracol zombie
heridx
por las estrellas ahogadas en el río caudaloso
de
baba verde de la noche en la ciudad
y
sus miles de millones de ventanas azuladas
parpadeando
a la hora de la tele, al minuto de la tele, al segundo de la tele
con
familias enteras reflejando en sus pupilas humanas y negras,
sus
imágenes reflejo coloreadas por el guión,
cenando
un buen plato de caracoles en familia,
chupándose
ausentes y en familia de sus dedos
los
diminutos estómagos de los caracoles,
tranquilos
y en familia sin saber
que
esa salsa sabrosa es en realidad sangre de poetas.
Y
nosotras, lo sabemos. Pero pasando de todo.
Incluso,
ya ebrios de cicuta, cianuro, estricnina y tinta,
a
los postres, como una sandía podrida,
abrimos
debate y coloquio para escupir nuestras pepitas palabras
en
la cara delx otrx contagiando la viruela de los muertos vivos.
Y
ya a solas en la mesa, nos catalogamos como especie,
nos
clonamos como ovejas, nos erigimos como estirpe,
y
lo sadocelebramos entre carcajadas como buenos caracoles zombies
que
sueñan con ser burros de lomos plateados sobrevolando el mundo
y
a la cama que mañana hay que currar de notario, hay que currar de
cartero
hay
que currar de profesor, hay que currar de banquero, hay que currar de
escritor
hay
que currar y currar arrastrando nuestra concha espiral por empresas
por
atascos, por basureros y cajeros de supermercado.
2.
Nos
deslizamos con sigilo zombie por entidades,
nos
escondemos en fundaciones nos juntamos
en
corros dentro de otros corros dentro de ateneos y salones
de
actos de colegios universitarios, en los rincones más fríos,
los
de luces más planas y pupitres más limpios
que
nos ceden las facultades y los museos,
con
públicos de cera y aplausos mecánicos y risas de hienas
y
caras de harina y sueños en babia y lenguas de lija
y
oídos de ratas y ojos de peces.
El
poeta es el caracol zombie andrógino hermafrodita endogámico
con
sus libros mongólicos y su yurta en el páramo
recitando
a las nubes bajo un cielo de ripios.
Zombies
poetas que ni morimos de hambre, joder, peor que las víboras
conspiramos
en filo-logias y esculpimos estatuas para luego escupirlas y,
como
murciélagos con plumaje de palomas,
nos
cagamos en nuestros propios pedestales ante una mala crítica.
Manejando
los hilos de las marionetas del mármol
damos
conferencias donde llamamos
cardos
resentidos a los lapos bulbosos
que
resbalan sobre las flores secas
de
nuestra oratoria industriosa y culta.
Pequeñxs
poetas caracoles zombies
que
clamamos a la llama como flama y pensamos que por ello
nadie
nos negara el mechero cuando salgamos del aula
a
fumar bajo el ozono azulado de nuestra aldea global,
de
nuestra cultura oficial y su puesto de globos
con
literatxs infladxs por el mismo gas que el Sol,
recubiertos
de plástico con colores lisérgicos y obnubiladxs lectorxs
con
las bocas, los culos y los coños abiertos como muñecas hinchables,
los
penes pelados como plátanos negros, los labios vaginales inflados
como
bocas de esclavas que estallan
entre
tendencias y modas.
Los
poetas caracoles zombies que reptan por la cultura,
mejor
que yo lo dicen a este respecto Los Torreznos:
LA CULTURA. Monotonta, heterofálica,
jugando
al parchís puesta de hashís
flipando
con cuatro colores, moviendo ficha
con
torpes dedos de zombi resbalando por el tablero
y
me como una y muevo 69 y entonces fantaseamos
con
tumbarnos en el suelo y chuparnos las poyas de negro plátano
y
succionar nuestros huevos de cóndor
y
sorber el flujo de nuestras vaginas lagarto
hasta
quedarnos pegados como un rosbeef baboso
que
deja regueros(2) por blogs y tertulias por chats y cenáculos.
Oh,
poetas, caracoles zombies.
Enarbolamos
lo egos, como banderas apátridas, en actos benéficos
para
causas emplumadas con palabras
mientras
bailamos en círciulos ante el espejo de círculos
culturales,
de jardines, juegos florales, festivales y teatros públicos
pintados
con verde baba de caracol, con rojo menstruo de caracol zombie
o
turbia rotura de aguas a punto de dar a luz
LA
FAMA y levantar, sin callos en las manos, el alto muro
que
guarde en lo profundo(3),
lo
rico, lo enteramente rico del lenguaje popular:
las
lenguas rosáceas
de esos seres umanos que lo reinventan a diario.
Lenguajear!
Lenguajear! Lenguajear! Lenguajear!
3.
Poetas,
follemos con amor y dejémonos follar como monos
por
la ignorancia, la misma ignorancia a la que le debemos
todo
lo que sabemos y rompamos los limites del lenguaje.
Tomemos
para nuestros recitales la garganta ajena
y
para que resuene y se oiga tomemos
los
mejores locales:
los
estadios, los colegios, las plazas de toros, los canales de
televisión,
los
casinos, las discotecas...
Okupemos
los lugares donde esta la gente
aunque
no nos entiendan nos insulten nos maltraten nos ahorquen.
Expulsemos
el éxodo de nuestras
vidas, los versos errantes
hagámoslos
sedentarios en los corazones de los cardiólogos y los chapistas.
Dejemos
de celebrar soberbios nuestro ostracismo involuntario
de
conformarnos con sentirnos protegidos en nuestros culos
como
hemorroides, okupemos los plenos del congreso, la gran via,
las
guarderías y las plazas del pueblo.
Allá
donde un ejercito de incultos obreros e insensibles ingenieros de
caminos
nos
revienten a hostias como panes y sólo dejen de nosotros
un
amasijo de huesos que despedacen los cerdos del ganadero.
Allá
dónde el tonto del pueblo, el winner del instituto, el
imbécil de turno,
el
hincha de fútbol, el pobre del barrio, el sicario del club de campo,
el
político corrupto, el putero machista, la jefaza aliendada que se
dice feminista
el
progre retrógado, el rector sin universitarios, la millonaria
alcaldesa,
liberen
todo su odio con patadas, mordiscos, gasolina y fuego.
Que
nuestra aniquilación acabe con tanto miedo y tanta rabia,
de
todxs aquellxs que no fueron queridos de pequeños.
Que
exterminadxs lxs poetas caracolxs zombies
sea
la catársis en la que se agote la crueldad del mundo.
Nuestras
conchas hechas migajas serán la arena de las playas futuras
de
Malibú y Bali. Volverán a llenarse los pozos de gas y petróleo
con
la fosilización de nuestros cadáveres.
Que
nos lleven a la extinción a nosotras las culpables, lxs poetas,
reptantes
zombies, políticos poetas, caracoles babeantes de negra belleza
egomaníaca
y vana.
Muerto
el ave fenix del genio se acabó la rabia.
Muramos
todos pues a manos de las verdaderas víctimas
que
aquellxs que sobrevivan al “poeticidio” se suiciden
practicándose
un pareado haraquiri, un soneto disparo,
unas
redondillas pastillas ingeridas en silencio,
anónimxs,
sin reconocimiento alguno.
Y
quizás, de esta forma, exterminados del todo
todos
lxs caracoles zombies de la poesía andrógina y hermafrodita,
nos
demos cuenta(4) de que lo hicimos mal.
De
que fuimos nosotrxs los culpables, únicamente nosotrxs los
responsables
de
que nadie, ni siquiera nuestrxs lectorxs,
que
en el fondo, todas lo sabemos, éramos nosotrxs,
absolutamente
nadie
en
toda la humanidad entera
nos echará de menos .
nos echará de menos .
(1)
La misma poesía que reposa como polvo encima de los lomos
de
todos los libros de todas las bibliotecas; como polvo
encima
de todos los lomos de todos los libros de todos los estantes
de
todas las librerías del mundo; como polvo digitalizado
en
forma de pixeles negros de todos los ebooks
no
descargados y de los descargados también.
(2) Volando tweets como amarillos canarios o cotorras vivas aleteando frenéticas,
atadas
a sus patas con una sirga dorada a su vez atadas a las patas de
nuestras sillas y poltronas.
(3)
La real academia de la zombilengua es nuestra fortaleza y a punta de
verbo
y
con oro de impuestos y financiaciones de bancos denominamos el mundo,
y
así queda publicado en planchas de piedra al albor de los días
bajo
el hipnótico graznido de los buitres negros de nuestro abecedario.
(4) Aunque sea demasiado tarde para darse cuenta de nada
o
no importe porque ya estamos muertxs.